6 errores que cometes al crear tu brand persona

Crear la identidad de una marca demanda el desarrollo de acciones eficaces de gestión y marketing. Un buen estudio de branding, por ejemplo, vuelve una marca más competitiva, atractiva y comunicativa — y es aquí donde entra nuestro tema de hoy: la brand persona.

Tiempo de lectura: 4 minutos

Una brand persona es la personificación de tu marca. Es responsable por la comunicación y la sensación que genera tu producto o servicio en el público. Su objetivo principal es relacionar los valores de tu marca con los valores de tus consumidores.

El nombre que llevas, el tono en el que hablas, el lenguaje que utilizas, los contenidos que creas... Son muchos los elementos que influyen en su construcción, por eso, cometer errores al crear una brand persona puede suceder (y es más normal de lo que piensas).

En este artículo, separé los 6 errores más comunes durante la creación de una marca. ¡Descúbrelos y no cometas ni uno!

1. Lanzarse sin una planificación previa

Las marcas que surgen en el mercado sin hacer ningún tipo de planificación de branding son mucho más frecuentes de lo que imaginas. Incluso si haces una búsqueda rápida en las redes sociales, puedes encontrar fácilmente marcas que no saben muy bien quiénes son, hacia dónde van, con quién hablan... ¡Están perdidas! Y la culpa la tiene la falta de preparación.

Para no cometer este error, comienza estructurando la organización de tu brand persona teniendo en cuentas aspectos básicos como:

  • Tono de voz;
  • Constelación semántica (grupo de palabras que tienen significado en el universo lingüístico de la marca);
  • Formas de argumentar;
  • Citas y autores que representan el segmento.

Con esto en manos, ya tendrás los primeros pasos para alinear otros elementos estratégicos y operativos de la identidad de tu marca.

2. No pensar lo suficientemente bien en el nombre

Que bueno sería si el nombre de una empresa surgiera de la nada mientras te duchas o minutos antes de dormir, ¿no? Aunque puede pasar, es muy difícil que el nombre ideal de tu marca nazca así. Y por ideal, me refiero a muchas variables que hacen del nombre tu decisión de marketing más importante.

El nombre de tu marca debe aportar valor y sonar bien. No ser genérico, excesivamente largo, difícil de pronunciar o escribir. Hay que tomar cuidado para que no lleve a mal interpretaciones o que sea demasiado parecido a la competencia. Y si piensas poner tu nombre o apellido, piénsalo de nuevo (a no ser que tu marca sea tu vivo reflejo). No olvides que además debe ser registrable.

Sí, hay mucho que tener en cuenta, así que no te desanimes si no te surge una idea ingeniosa. Elegir el nombre también hace parte de tu estrategia de branding, por eso, si deseas, puedes buscar un profesional para ayudarte en la tarea.

3. No profesionalizar su creación

Y hablando en profesional... Es muy común que al crear una marca, se banalice la necesidad de contratar a alguien especializado, ya sea para crear el nombre, el eslogan o el logotipo. El hecho es que muchas veces las marcas dejan esas tareas a cargo de empresas o profesionales no tan capacitados (ya que es relativamente fácil encontrar este tipo de servicio en Internet), o de un familiar o amigo que ha aprendido recientemente a utilizar un programa de diseño, por ejemplo.

Tu marca merece bastante cuidado, atención y talento en su creación, después de todo, será tu representación durante toda su existencia, y es a través de ella que el público se aproximará de ti. Ten en cuenta que aunque en algún momento puedas actualizarla, no siempre podrás hacer grandes modificaciones.

4. No destacar el diferencial 

Actualmente, hay un síndrome que se ha convertido en uno de los principales errores al crear una brand persona: creer que ya no hay espacio para las innovaciones.

Muchas marcas no logran destacar sus diferenciales, no porque no los tengan, sino porque no saben cómo encontrarlos o ponerlos en evidencia mediante una innovación. Por eso, terminan confundiéndose con la masa y se convierten en "una más". Parte del problema está en no entender cuál es la esencia de la marca, es decir, cuál es su principal característica y cómo eso define su personalidad de marca.

Disney, por ejemplo, se define como diversión y entretenimiento en familia. A partir de esa identidad se ha convertido en una empresa divertida, segura, familiar y orientada al entretenimiento, mostrando su esencia de forma lúdica e innovadora. Si no sabes cómo lo trasmite en su brand persona, basta pensar en Mickey Mouse y en sus tantos otros personajes, observar todos los contenidos que comparte y cómo se comunica con su público.

5. Asignar la responsabilidad de la gestión de la marca a una persona

¡La gestión de la marca no es un cargo específico! Si bien existen sectores que trabajan más con su imagen, como son los equipos de marketing, no significa que son los únicos responsables por su gestión. 

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La identidad de tu marca debe formar parte de las diferentes áreas de tu empresa. Debe ser vivida, sentida y trasmitida por todos, al final de cuentas, quieres pasar tu valor a través de tu comunicación, y todos los miembros de tu organización son responsables por ello, por eso es tan importante que hablen todos "el mismo idioma".

6. Huir de la relación con el público

Una marca es mucho más que un logotipo o un estilo visual — es una unidad de comunicación, y es por eso que debes personificarla con una brand persona. Pero de nada sirve hacerlo si acabas insistiendo en una comunicación unidireccional.

La brand persona existe para volver tu marca más humana, por una necesidad del público. Las personas quieren alguien que las escuche, responda, pida disculpas si ha cometido un error y solucione rápidamente los inconvenientes. El consumidor de la actualidad busca marcas en las que creer, que compartan los mismos valores, que se identifquen con él y, sobre todo, se relacionen.

Por tanto, las empresas que se esconden comprometen su reputación y, sin duda, su tiempo de vida en el mercado.

Los errores al crear una brand persona pueden evitarse elaborando un plan estratégico, estructurando tus ideas y organizándolas en el papel antes de ponerlas en marcha. No dejes que la ansiedad de lanzar tu marca comprometa la primera impresión que el público tendrá de ella.

Recuerda: no existe una segunda oportunidad para crear una buena impresión.

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